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más que amor, que dinero, que fe, que fama, que justicia... dame verdad H.D T. Tú fuiste la consecuencia del deseo que obligo a tus padres amarse en la intimidad. Mi mayor felicidad  la obtenía después de clases, cuando llegaba a casa y me perdía en la selva, que no era otra cosa, que el patio trasero de mi casa... Me gustaba trepar arboles y quedarme a solas, en compañía del canto de las hojas que chocaban con el viento, y de aquellas hormigas que me gustaba admirar. Un día, en clases de ciencia, el profesor ordeno un experimento, debíamos escoger entre un acuario y un hormiguero.  Mis compañeras guiadas por la belleza que atrae la esclavitud de peces viviendo entre cuatro paredes, eligieron el acuario, yo, siendo yo, elegí el hormiguero. La única. Lo interesante era que había escogido un hormiguero de arrieras, las más listas y trabajadoras que he conocido. Mi madre en medio de su corta educación ambiental, considero dejarles un poco de miel, yo insistí en no hacerlo, pero los